Miles de animales se encuentran en peligro de extinción. Las razones son, por demás, conocidas: la pérdida o la degradación del hábitat natural, la caza, la amenaza de especies invasoras, la contaminación y el cambio climático.
De allí se desprende lo importante que es, dada la situación y la falta de recursos, saber a qué especies se deben dirigir los esfuerzos.
John Drake, investigador de la Universidad de Georgia, en Estados Unidos, cree haber descubierto una metodología para determinar cuándo la decadencia de una especie se torna inevitable.
Según Drake, la sutil fluctuación en el número de una población puede servir como un sistema de alerta temprana.
"Lo interesante de nuestro hallazgo es que indica que podemos anticipar las extinciones incluso si no contamos con información detallada de qué gobierna exactamente el crecimiento, el retroceso y las fluctuaciones de estas poblaciones", le dijo Drake a BBC Mundo.
Pulgas en laboratorio
Drake y sus colegas analizaron en el laboratorio los cambios en la población de 60 colonias de pulgas de agua. A la mitad de ellas les proporcionaron alimentos de forma constante, mientras que las demás recibieron un cuarto menos cada mes.A falta de suficientes nutrientes como para reproducirse con más frecuencia que el número de muertes, estas colonias perecieron mucho antes de que se agotaran las reservas de alimentos.
Si bien en cualquier población los números de individuos oscilan, estas fluctuaciones hallan un equilibrio. Sin embargo, cuando Drake analizó en detalle la información de los grupos en retroceso, descubrió que estos tardaron mucho más en recuperar el equilibrio.
Según los investigadores éste es un signo de la llamada desaceleración crítica, un proceso que se define por la habilidad de una población a recuperarse de una perturbación.
En las especies en peligro, la desaceleración crítica significa que la población toma cada vez más tiempo en recuperarse incluso de pequeñas caídas.
Mundo real
Esta señal de desaceleración crítica es una advertencia, y si los investigadores logran detectarla, pueden concluir si una especie se está encaminando hacia un punto de inflexión sin retorno.El experimento dio buenos resultados en el laboratorio, pero ahora los científicos deberán comprobar cuán posible resulta discernir esta señal en las poblaciones de animales en el mundo real.
Si funciona, los científicos contarán con una herramienta de gran utilidad para saber si una especie está tan debilitada como para extinguirse, a menos que se se tomen medidas para evitarlo.
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